Hoy hace dos años que murió Martín.
El paso del tiempo va mitigando poco a poco la tristeza de los primeros meses y los recuerdos alegres de los momentos compartidos con él van sustituyéndola.
Cogí el coche al mediodía y fui hasta Villaviciosa. Era el paseo que solía hacer con él. A la ida por la carretera vieja subiendo El Infanzón y a la vuelta por la autopista pisando fuerte porque el dolor ya había vuelto a aparecer y tenía gana de llegar a casa. Esta vez también volví por la autopista pero lo hice despacio.
Después me senté en el Náutico. Hace un día precioso y en el horizonte hay algunas nubes de colores alegres. Está subiendo la marea y las olas saltan por encima de El Muro. Algún que otro turista desprevenido se moja.
Voy a pedir que se cierre su perfil en Facebook pero este blog lo voy a dejar como está.
Isabel Sevilla
sábado, 16 de mayo de 2015
martes, 6 de marzo de 2012
Los, las
Discuten académicos contra feministas: no hay que invadir el léxico con dobles términos de género femenino, pues ‘médicos’, como término no marcado, ya implica ‘médicas’. Pero por alguna razón –podrían alegar ellas- el término no marcado es morfológicamente masculino. Y si el lenguaje en un momento dado, yendo contra el principio de economía, inunda el léxico con dobles términos, ello significará también algo. Que algo está pasando en esa sociedad.
La batalla de las batallas
Batalla dura, terrible a veces, e insidiosa es la que uno libra contra sí mismo. Para derribar papeles aprendidos, conductas condicionadas, falsas creencias. En ella nos jugamos mucho: paz mental, salud, felicidad.
lunes, 16 de enero de 2012
Mi trabajo
Tal vez he dedicado mi actividad académica investigadora a más direcciones de las que podía ser capaz. También en nuestro mundo, el de las Humanidades, hay que especializarse profundamente para conseguir novedades o avances.
Pero observo que con mis variopintos saberes he llegado y motivado a algunas personas para ser felices sabiendo más. Me lo han dicho varias veces a lo largo de mi vida académica. Particularmente me siento muy gratificado cuando se me acercan antiguos alumnos y me elogian calurosamente, dejándome sorprendido y con la agradable sensación de no haber perdido el tiempo. O cuando nuevos alumnos se acercan a mi despacho y quieren saber más o contrastar sus ideas incipientes, apasionadas a veces, sobre este mundo antiguo y clásico que nos gusta.
He dedicado investigación a la toponimia y vocabulario prelatinos, al sánscrito y su literatura y filosofía, a la filosofía griega. En ello he sentido el placer del investigador al hallar algunas cosas nuevas, según creo. Pero donde más a gusto me encuentro ahora es en la filosofía antigua grecolatina, en los textos que sentaron las bases de nuestro modo de pensar y que siguen plenamente vigentes para lo que realmente importa: nuestra conducta. Porque en ellos se encuentra la actitud que hace amar y desear la vida, vivirla con reflexión, que es la única manera decente de vivir.
Pero observo que con mis variopintos saberes he llegado y motivado a algunas personas para ser felices sabiendo más. Me lo han dicho varias veces a lo largo de mi vida académica. Particularmente me siento muy gratificado cuando se me acercan antiguos alumnos y me elogian calurosamente, dejándome sorprendido y con la agradable sensación de no haber perdido el tiempo. O cuando nuevos alumnos se acercan a mi despacho y quieren saber más o contrastar sus ideas incipientes, apasionadas a veces, sobre este mundo antiguo y clásico que nos gusta.
He dedicado investigación a la toponimia y vocabulario prelatinos, al sánscrito y su literatura y filosofía, a la filosofía griega. En ello he sentido el placer del investigador al hallar algunas cosas nuevas, según creo. Pero donde más a gusto me encuentro ahora es en la filosofía antigua grecolatina, en los textos que sentaron las bases de nuestro modo de pensar y que siguen plenamente vigentes para lo que realmente importa: nuestra conducta. Porque en ellos se encuentra la actitud que hace amar y desear la vida, vivirla con reflexión, que es la única manera decente de vivir.
sábado, 5 de noviembre de 2011
San Glorio
Hace unos días subí el puerto de San Glorio, de Cantabria a León, conduciendo un descapotable y oyendo la Suite nº 2 en Si Menor de Bach. Comencé subiendo con alguna alegría, la carretera estaba desierta y la música animaba. Después, a cada curva, el paisaje empezó a atraparme. Robles, hayas, castaños, en los colores propios del otoño, hicieron que bajara la marcha para contemplar el espectáculo. Picos que parecían elevados iban quedando poco a poco a mi altura y después superados. Trinos de pájaros se sobreponían a la música que iba escuchando.
Y así llegué a la cima del puerto, con el alma apretada por tanta belleza. Aparqué en una plataforma desde la que se divisaba la tortuosa subida y los montes que la circundaban. Y pensé que así había llegado hasta esta altura de mi vida, al principio corriendo un poco, para después deleitarme con la dificultad de la ruta y la belleza del paisaje.
Y así llegué a la cima del puerto, con el alma apretada por tanta belleza. Aparqué en una plataforma desde la que se divisaba la tortuosa subida y los montes que la circundaban. Y pensé que así había llegado hasta esta altura de mi vida, al principio corriendo un poco, para después deleitarme con la dificultad de la ruta y la belleza del paisaje.
miércoles, 19 de octubre de 2011
Extenuación
Una piedra preciosa desgastada por la talla,
un vencedor en la batalla castigado por sus heridas,
un elefante gastado por el celo,
las resecas orillas de un río en la estación caliente,
la luna en su fase final,
una joven agotada por el juego amoroso
y hombres que han perdido su riqueza con los mendigos:
su extenuación los embellece.
Bhartrihari, poeta indio del s.VII (traducción directa del sánscrito por MSR en Archivum LII-LIII, 2002-2003, p.475)
un vencedor en la batalla castigado por sus heridas,
un elefante gastado por el celo,
las resecas orillas de un río en la estación caliente,
la luna en su fase final,
una joven agotada por el juego amoroso
y hombres que han perdido su riqueza con los mendigos:
su extenuación los embellece.
Bhartrihari, poeta indio del s.VII (traducción directa del sánscrito por MSR en Archivum LII-LIII, 2002-2003, p.475)
Coro
He comenzado a asistir a los ensayos de un coro de mi ciudad. Tienen la sede en una casa antigua que sólo ellos habitan en el primer piso. Entras al típico portal y escalera de las casas de más de setenta años: baldosas en el suelo, madera en las escaleras y pasamanos, sin ascensor, altura elevada, carboneras… Una vez en el local parece igualmente que retrocedieras en el tiempo, no se ha modernizado nada. Por las paredes del pasillo, de las habitaciones -algunas interiores, las llamadas “italianas”-, cuelgan los diplomas, placas y méritos de glorias pasadas, de pasados días de esplendor. Parece que el coro está ahora en un momento bajo. No me importa. Voy allí a distraerme y hacer algo que me gusta, cantar. Y no olvido las palabras de mi poeta Bhartrihari: “su extenuación los embellece”.
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