martes, 6 de marzo de 2012
Los, las
Discuten académicos contra feministas: no hay que invadir el léxico con dobles términos de género femenino, pues ‘médicos’, como término no marcado, ya implica ‘médicas’. Pero por alguna razón –podrían alegar ellas- el término no marcado es morfológicamente masculino. Y si el lenguaje en un momento dado, yendo contra el principio de economía, inunda el léxico con dobles términos, ello significará también algo. Que algo está pasando en esa sociedad.
La batalla de las batallas
Batalla dura, terrible a veces, e insidiosa es la que uno libra contra sí mismo. Para derribar papeles aprendidos, conductas condicionadas, falsas creencias. En ella nos jugamos mucho: paz mental, salud, felicidad.
lunes, 16 de enero de 2012
Mi trabajo
Tal vez he dedicado mi actividad académica investigadora a más direcciones de las que podía ser capaz. También en nuestro mundo, el de las Humanidades, hay que especializarse profundamente para conseguir novedades o avances.
Pero observo que con mis variopintos saberes he llegado y motivado a algunas personas para ser felices sabiendo más. Me lo han dicho varias veces a lo largo de mi vida académica. Particularmente me siento muy gratificado cuando se me acercan antiguos alumnos y me elogian calurosamente, dejándome sorprendido y con la agradable sensación de no haber perdido el tiempo. O cuando nuevos alumnos se acercan a mi despacho y quieren saber más o contrastar sus ideas incipientes, apasionadas a veces, sobre este mundo antiguo y clásico que nos gusta.
He dedicado investigación a la toponimia y vocabulario prelatinos, al sánscrito y su literatura y filosofía, a la filosofía griega. En ello he sentido el placer del investigador al hallar algunas cosas nuevas, según creo. Pero donde más a gusto me encuentro ahora es en la filosofía antigua grecolatina, en los textos que sentaron las bases de nuestro modo de pensar y que siguen plenamente vigentes para lo que realmente importa: nuestra conducta. Porque en ellos se encuentra la actitud que hace amar y desear la vida, vivirla con reflexión, que es la única manera decente de vivir.
Pero observo que con mis variopintos saberes he llegado y motivado a algunas personas para ser felices sabiendo más. Me lo han dicho varias veces a lo largo de mi vida académica. Particularmente me siento muy gratificado cuando se me acercan antiguos alumnos y me elogian calurosamente, dejándome sorprendido y con la agradable sensación de no haber perdido el tiempo. O cuando nuevos alumnos se acercan a mi despacho y quieren saber más o contrastar sus ideas incipientes, apasionadas a veces, sobre este mundo antiguo y clásico que nos gusta.
He dedicado investigación a la toponimia y vocabulario prelatinos, al sánscrito y su literatura y filosofía, a la filosofía griega. En ello he sentido el placer del investigador al hallar algunas cosas nuevas, según creo. Pero donde más a gusto me encuentro ahora es en la filosofía antigua grecolatina, en los textos que sentaron las bases de nuestro modo de pensar y que siguen plenamente vigentes para lo que realmente importa: nuestra conducta. Porque en ellos se encuentra la actitud que hace amar y desear la vida, vivirla con reflexión, que es la única manera decente de vivir.
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