miércoles, 5 de enero de 2011

Regalos

Quisiera dejar constancia de mi dificultad para hacer regalos. No por avaricia, pues no me parece que no sea generoso, sino porque intento “poner” demasiado en el regalo. Me refiero a que abrigo más o menos conscientemente la pretensión de hacer el regalo perfecto. Y así nada es lo suficientemente bueno para regalar.

También me ocurre que imagino el regalo que quiero hacer, joya u otra cosa, y cuando lo busco es lo más fácil que no lo encuentre. Con tales inconvenientes me resulta un enorme esfuerzo intentar hacerle un regalo a alguien.

Es una de esas facetas en las que uno debería luchar contra sí mismo, siempre que encuentre la manera de cómo hacerlo. Tal vez en este caso el modo de superar la dificultad de regalar sería aceptando el fracaso, como parte integrante de cualquier deseo en la vida. “Lo que importa es la intención”, se dice. Y es cierto. Lo mejor de regalar es querer hacerlo y tener a quien hacerlo. Lo demás, que guste o no el regalo, es un azar inevitable.